Justo antes de la guerra con los esquimales

   -Todos van a esa inmunda oficina de reclutamiento -dijo-. En la próxima pelearemos con los esquimales. ¿No lo sabías?
  -¿Con quiénes?-dijo Ginnie.
  -Con los esquimales... presta atención, ¡demonios!
  -¿Por qué con los esquimales?
  -Yo que sé. ¿Cómo diablos voy a saberlo? Esta vez van a ir todos los viejos. Los tipos de sesenta años. No podrá ir nadie si no anda por los sesenta-dijo-. Les darán menos horas de trabajo, nada más... Es fenomenal.
  -Tú no irías de todos modos -replicó Ginnie, quien no quería decir más que la verdad, aunque sabía, aun antes de terminar la frase, que había dicho lo que no debía.
  -Ya lo sé-dijo rápidamente, y bajó el pie. Subió un poco la ventana y arrojó el cigarrillo a la calle. Después se volvió:
-Oye. Hazme un favor. Cuando venga ese tipo, dile que estaré listo en dos segundos, ¿quieres? Sólo tengo que afeitarme, nada más. ¿De acuerdo?
  Ginnie asintió. 


J.D. Salinger 
(Nueve cuentos; Justo antes de la guerra con los esquimales) 

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